jueves, 17 de septiembre de 2009

De Noche

Al ritmo de una sinfonía clásica y melancólica, a la cima del mundo subió, para explorar sus temores y la razón de sus errores, acompañar la soledad y saludar en llanto a la crueldad. Entre neblinas y penumbras, vestida de luto y bajo el acecho de negros cuervos, con la música in crescendo, las últimas lágrimas derramó. La daga se clavó profunda, lenta y dolorosamente en su corazón.

Era una fría noche más. El atardecer poco duró y sus ojos, rojos de sangre se tiñeron, bajo el azul oscuro del firmamento. Atrás quedaron los frágiles ocasos coloridos, y se fueron, llenos de ángeles caídos.

Su ojos por ultima vez brillaron . El olor a muerte se sentía, y ella, ante las caricias de la brisa, penosamente exponía sus pecados enmendados. Los cuervos comenzaron su arribo, ante el cuerpo helado y sin brillo. La melodía punzante ahora era su acompañante, tibia y armoniosa, imponente y tenebrosa.

Bajo la luna quedaban en su desolado castillo, solitarios lobos que aullaban, al tiempo que quedaban en sigilo, para siempre en el olvido, sus temores y la razón de sus errores.


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