Cegada por el pensamiento visceral, la gente siempre tiende a opinar de forma emocional. Se dejan llevar por rumores y lanzan peligrosas afirmaciones basadas en huecos fundamentos, sin tener el más mínimo criterio, dejando a un lado el razonamiento objetivo y deductivo.
Mucha gente no sabe utilizar los mecanismos necesarios para hacer valer el derecho a la libertad de expresión. Es un bonito nombre, pero la ignorancia es atrevida. Muchas personas toman la vocería en campos que no les compete y pisotean los principios de un dialogo constructivo, convirtiéndolo en una violenta confrontación verbal que puede pasar a la agresión física.
Mucha gente no sabe utilizar los mecanismos necesarios para hacer valer el derecho a la libertad de expresión. Es un bonito nombre, pero la ignorancia es atrevida. Muchas personas toman la vocería en campos que no les compete y pisotean los principios de un dialogo constructivo, convirtiéndolo en una violenta confrontación verbal que puede pasar a la agresión física.

La vida no es blanco o negro. Hay una escala de grises disponible para tomar partido y llegar a un punto neutro. No existe solo la derecha o la izquierda. Mientras todas esas tonterías ocurren en cualquier campo de la sociedad (llámese política, economía, arte, moda, etc) la manipulación mediática sigue campante, obligando de manera indirecta a pensar o actuar del modo que ELLOS quieren.
La gente confunde lo objetivo con lo subjetivo, el respeto con la admiración, el agnosticismo con el ateísmo y un sinfín de posiciones, todo debido a la absurda concepción de que solo son posible 2 opciones, todo por estar cegados dentro del túnel, a ambos extremos, mientras se piensa con las vísceras.